viernes, 17 de julio de 2009

Valle de los dragones, barranco afilado - Ryan

Estaba en un terreno barrancoso, sentado al filo de la garganta, esperando ilusionado ver un dragón dorado. Era un chico delgado, medianamente alto, con unos rasgos afilados y una mirada soñadora. Sus ojos eran de color verde mezclados con un color avellana.

Estaba todo tranquilo, cuando de repente comenzó a oír gritos en la distancia, unos gritos que no esperaba oír ni tampoco lo deseaba.

-¡Ryan, Ryan! ¡Estás muerto, te vas a enterar!
Ryan se giró de golpe, se tensó y de repente comenzó a ponerse nervioso, era Chus. Ryan sabía que se había enterado y por eso se alejaba del pueblo cada anochecer...

-Chus espera, te lo puedo explicar... por favor, escúchame.

-No me vale ninguna explicación, no tenías por qué meterte en mi terreno, sabías lo que había, sabías cómo estaban las cosas y aun así te has metido en medio.

-No vas a salir impune de esta Ryan, te lo voy a hacer pagar...

-¡Chuus no! ¡Estate quieto, déjale tranquilo!

Ambos se giraron, para su sorpresa era Dulcinea que corría hacia ellos con la cara empapada en lágrimas.

-Chus por favor, escúchanos, no es sólo culpa suya…

-No hay nada que escuchar, se ha metido en mi terreno e intenta arrebatarme tu amor.

De repente Chus se lanzó sobre Ryan, forcejearon unos momentos y Ryan perdió el equilibrio. No se habían percatado de que estaban en el borde del Gran Barranco de los Dragones, donde se contaba que en los atardeceres en el que el sol pintaba el cielo de color naranja-oro, salían los Dragones Dorados a volar dejándose ver de vez en cuando por los humanos.

Mientras Ryan y Chus seguían forcejeando, se oyeron algunos rugidos susurrantes, en la distancia...

En un movimiento brusco de Chus, Ryan perdió de nuevo el equilibrio, pero esta vez no tuvo tanta suerte de caer al suelo, resbaló y cayó precipitadamente al vacío. Mientras se lo tragaba la oscuridad, Dulcinea miro con rabia a Chus, tenía la cara empapada en lágrimas y roja de tanto llorar.

-¿Por qué lo has hecho? yo le amaba, le amaba tanto como te amo a ti... Jamás dejaré de amarte, no entiendo porque lo hiciste...

Dulcinea abrazó a Chus mientras lloraba desconsoladamente la pérdida de Ryan, cuando de repente oyeron un fuerte rugido a sus espaldas, un rugido que se elevaba en el cielo. Ambos miraron al cielo sorprendidos por el rugido, se quedaron momentáneamente petrificados ante la escena.

Un Gran Dragón Dorado que se erguía en el aire, salió del oscuro Barranco y lanzó una llamarada al aire mientras rugía de nuevo...

Dulcinea observo que Ryan estaba en las garras del dragón, inconsciente. Se alegró y grito su nombre.

-¡Ryan, oh Ryan!

Dulcinea se giró mirando a Chus con una sonrisa de felicidad inigualable.

-¡Está vivo, está vivo! tenemos que salvarle, por favor Chus, ayúdame, hazlo por mí, ayúdame a salvarle.

Chus estaba asustado, sabía que si el dragón les atacaba no podrían hacer nada, únicamente se convertirían en comida o un sencillo aperitivo... Sabía que no deberían haberse acercado a terreno de Dragones.

Para sorpresa de ambos, el Dragón bajó a tierra, depositando a Ryan inconsciente sobre el suelo.